Si hay un profesional del campo curtido, romántico y comprometido hasta el tuétano con la actividad, se trata sin duda del ganadero de ovino. Algo de ello saben en Cogala, la cooperativa con sede en Toro que se fundó en 1987 para ampliar los horizontes de las explotaciones de oveja. Pero no para hacerlo desde la resistencia numantina, sino con el objetivo de profesionalizar el sector y conseguir que todos sus integrantes remaran a una.

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Así lo recuerda Marceliano Navarro, presidente de Cogala desde hace 35 años y que recientemente ha firmado a favor de sus socios contratos homologados en el marco de la InLac, la organización interprofesional del lácteo.

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Se trata del ejemplo más claro de gestión en favor de los socios, que a partir de a partir de septiembre verán incrementado un 13% el precio que reciben por cada litro de leche. De este modo, el socio de Cogala recibirá entre 90 y 95 céntimos por litro, en función de la calidad que consiga. Se trata de “instrumentos para amparar al ganadero”, un profesional que vive en la explotación, que no se compra un adosado en la ciudad aunque tenga su trabajo en el medio rural. “Es imposible hacerlo de otro modo porque las explotaciones son familiares, y se ha agravado con la obligación de registrar el horario del empleado”, lamenta Navarro.